
El primer oficial paraguayo que llegó al lugar después denominado Boquerón fue el teniente de CaballerÃa Eugenio Ayala Velázquez, al frente de una patrulla desprendida de su destacamento estacionado en el fortÃn Toledo, en las cercanÃas. De este lugar, la patrulla habÃa salido en dirección suroeste con la misión de buscar un sitio propicio para la instalación de un fortÃn que servirÃa de valla de contención por ese lado al desborde del sistema de ocupación boliviana, que después de colmar la orilla del Pilcomayo viraba 90 grados al norte tomando rumbo a Isla Poi.
Ayala Velázquez y sus hombres, ocho acompañantes montados en escuálidos caballos y mulos, siguiendo una estrecha senda india a través de sucios cañadones, llegaron a la orilla de un extenso campo plano y muy despejado (aún hoy puede notarse), que favorecÃa la observación a larga distancia de una manera muy especial. Todo dependÃa de encontrar agua en las proximidades para quedarse en ese lugar; felizmente, a pocos metros en el bosque, en una leve explanada, dieron con una laguna, no muy grande, pero capaz de sostener a un pelotón por algunos meses, con la ayuda -naturalmente- de obras artificiales, como son los tajamares, para reforzar la provisión del precioso lÃquido. En ese punto, los oficiales paraguayos Tranquilino Ortiz Cabral y Eugenio Ayala Velázquez fundaron el fortÃn Boquerón, el 19 de julio de 1928.